A partir de ahora el grueso de tu vida social transcurrirá entre zapatillas y los temas de conversación tendrán que ver con el rendimiento, los dorsales y las pulsaciones cardiacas.
Me han hablado de grandes amistades que se han roto porque dos personas han quedado para correr, hacerse compañía o intercambiar de vez en cuando una palabra y un bufido, y una de ellas se ha puesto sin ningún pudor los cascos y ha dejado al compañero de carreras solo y tirado como una colilla.
Sucede que muchos corredores son 'playlist-dependientes' y solo saben correr con banda sonora. En ese caso, y según manda el protocolo del running, que empieza a emerger por los parques del mundo desde Nueva York a Berlín, lo mejor es correr solo y no quedar con nadie. Si un corredor se pone los cascos en tu cara sin ningún respeto el mensaje es clarísimo: "No me dirijas la palabra", "No me interesa nada cualquier cosa que pretendas contarme".
Veamos otras normas de protocolo para runners:
Si has quedado para correr y has dispuesto tú el día y la hora deja que la otra persona escoja el lugar.
Si quieres correr más rápido que lo que te permite una conversación con otra persona no busques compañía.
No seas inconsistente. Si has quedado no canceles la cita a o ser que tengas un motivo de fuerza mayor. Léase, enfermo, lesionado o con un compromiso ineludible de trabajo. "Estar cansado" no clasifica. "Ocupado", tampoco. "Resaca", mucho menos. "Alergia al polen", sí.
Si uno de los dos necesita ir al baño en medio de la carrera no hagas un drama. La vida es así y mañana te puede tocar a ti.
No te conviertas en la cheerleader de la pista. No tienes que entrenar maquillada como una puerta, ni con el conjunto perfecto tampoco con el último modelo de zapatillas.
No te pases de motivada. No grites: “¡Más! ¡Vamos! ¡Ya está hecho! Concéntrate en tu rendimiento y evita que la fuerza se te vaya por la boca.